lunes, 8 de marzo de 2010

Cada 2 minutos

Desde que me fui a vivir solo tenía el capricho de tener un perro que me hiciera compañía. Un día bromeando con María decidimos (o decidió ella) que su gatita se llamaría Lluvia y mi perro Minuto (como nuestras canciones). Primero vino Lluvia, una gata que está un poco loca. Hace poco se tiró desde un quinto aunque ya se va recuperando. Y hace no mucho llegó Minuto. Se lo pedí a los Reyes Magos aunque por lo visto se perdieron camino a Torrejón del Rey y llegaron algo tarde.

Minuto tiene cara de bueno y le encanta comer sofás. Es un poco torpe: se da golpes con todo lo que encuentra por su camino. Cuando lo encontraron los Reyes Magos estaba perdido por el campo y ahora tiene un sitio donde vivir. Se le ve agradecido.

El caso es que ayer me contó mi padre algo... Yo nunca había oído hablar de esto. De hecho ni siquiera mi él lo recordaba hasta hace unos días. Era muy pequeño en aquella época. Supongo que no será más que una casualidad. A veces ocurren casualidades. Pero, matemáticamente, la probabilidad de que pase esto es mínima. Ayer me enteré de que hace unos 55 años mi abuelo Aurelio tenía un perro y se llamaba Minuto. Es una chorrada pero da que pensar...

Edito: Os dejo un enlace de un blog escrito por un perro mu majete: www.ciudandoajavi.blogspot.com

viernes, 5 de marzo de 2010

GRACIAS

Gracias por escribirme esa canción,

por arañarme el corazón,

por ser así como tú eres.


Gracias por aguantar ese dolor

por inventar ese sabor

por hacer siempre lo que quieres.


Gracias por los consejos que me das

por olvidarme si te vas

por no quererme un poco mas.

Gracias por esas cosas que no se pueden contar.


Aprendí a sufrir.

Aprendí a reírme de mi.

Me reconstruí.

Tuve que decir que sí...

Que sí.


Gracias por caminar siempre al revés,

por derretirte si me ves,

por alargar ese momento.


Gracias por asumir ese papel.

Ya no sabíamos que hacer

pero te fuiste justo a tiempo.


Gracias por ayudarme a que se duerma,

por el cariño, la paciencia

cuando todo iba mal.

Gracias por esas cosas que no se deben contar.


Aprendí a sufrir.

Aprendí a reírme de mi.

Me reconstruí.

Tuve que decir que sí...

Que sí.


Ya no seré lo que fui para ti una vez

pero puedes contar conmigo.


Aprendí a sufrir.

Aprendí a reírme de mi.

Me reconstruí.

Tuve que decir que sí...

Que sí.


Aprendí a sentir,

también a pasarlo bien sin ti

y me levanté

cada vez que tropecé y caí.


Tuve que alejarme de ti.

Tuve que aprender a ser sin ti.


Jose Antonio Krespo


http://bit.ly/b9zmhk